El terrorismo y la inmigración: el fin del sueño…¿de nuevo?
Sin duda alguna, la inmigración es una de las cuestiones más polémicas en la política americana y, frente a la posibilidad para una reforma migratoria en el futuro cercano, el debate sigue vigente. Para un país que nació de los inmigrantes, es un asunto que sigue siendo discutido de manera vehemente—tanto al nivel estatal como al federal—y aparentemente no tiene una solución perfecta. Hay argumentos en cada lado del debate que tienden a surgir durante una conversación sobre una reforma migratoria comprehensiva. Los argumentos a favor usualmente tratan el aspecto cultural, afirmando que la inmigración continúa contribuyendo al crisol idealizado que se enriquece con cada cultura, lengua o etnia que se le agrega. Además, alguien a favor de la inmigración diría que proporciona oportunidades para la gente que no tienen otras opciones para salir adelante, como refugiados.Sin embargo, también hay argumentos en contra del mismo debate. Por ejemplo, uno puede argumentar que no se debe promulgar una reforma porque los inmigrantes indocumentados consumen recursos y se benefician de la infraestructura sin pagar impuestos a los gobiernos locales, estatales y federal que se los proveen. También, siempre existe la preocupación de que la inmigración pueda abrir la puerta al terrorismo internacional.
Los ataques del terrorismo ocurridos en el 9/11 en los EE.UU. efectivamente mataron los esfuerzos de aprobar una ley de reforma migratoria. Muchas personas, incluyendo políticos, le echaron la culpa de los ataques al sistema de inmigración fracasado y a las fronteras inseguras.
En abril de 2013, de nuevo el país fue testigo de un acto de terrorismo, esta vez duante el maratón de Boston, en el que tres personas murieron y centenares fueron heridos. Según dice los procuradores federales y el FBI, los culpables son dos hermanos que emigraron de Rusia. Tamurlan Tsarnaev y Dzhokhar Tsarnaev, muriendo el mayor durante su huída de la policía, queriéndolo o no, pueden haber impedido, o por lo menos complicado, una nueva reforma migratoria.
Dentro de meras horas después del ataque, se empezaba a discutir las implicaciones de un ataque internacional. El prominente periodista mexicano-americano Jorge Ramos, en el mismo día del atentado, tuiteó “No es el momento de discutirlo. Pero la reforma migratoria puede ser afectada dependiendo del origen de las explosiones. Remember 9/11?” Algunos comentarios hechos por legisladores sirven como evidencia de que la advertencia hecha por Ramos, de que, igual que en 2001, lo ocurrido en Boston este abril puede volver a afectar la tentativa de la reforma migratoria actual. Entre los comentarios más polémicos, se destacan por ejemplo los del senador Charles E. Grassley de Iowa quien opina que cualquier discusión de reforma migratoria debe tomar en cuenta la nacionalidad de los hermanos chechenos.
Para el mayor grupo de inmigrantes en los EE.UU, los mexicanos, la ruta para convertirse en ciudadano ya está plagada de estereotipos y dificultades que surgen de la percepción, muchas veces xenofóbica, que algunos americanos tienen de ellos y de los extranjeros en general. Para el inmigrante—sea documentado o no, pero especialmente en este primer caso—esta situación difícil puede llegar a un fin mutuamente beneficioso si se consigue una reforma migratoria o puede empeorarse si los efectos del ataque en Boston frenan el ímpetu de la legislación.
El joven inmigrante mexicano, Carlos Castro (un seudónimo), de 20 años, entiende perfectamente la importancia de normalizar su situación en el país. Hace más de una década, Castro cruzó la frontera con México junto con su madre y hermano menor. Él describe cómo la familia tenía que tener cuidado con no revelar su estatus indocumentado. “Mi madre siempre era cuidadosa y nos decía que no lo habláramos o si alguien preguntaba si estábamos aquí ilegalmente.” Carlos se siente extremadamente afortunado que su madre—quién había sufrido abuso doméstico en el estado de Wisconsin, lo cual acarrea un estatus privilegiado para conseguir inmigración— haya podido contratar un abogado de inmigración y para empezar una petición de inmigración. “Era un alivio porque crecí aquí. Esto es lo que conozco. No tengo que preocuparme de que un día vaya a ser deportado a México que no conozco para nada. Estaría completamente perdido,”dijo Castro.
La reforma migratoria que se discute en el Senado, si es que se la aprueba, no aliviará todos los problemas asociados con la inmigración. Francamente, esto es obvio. También es verdad que el hacer nada y dejar que los actos de terrorismo paralicen el país no son opciones factibles. Una reforma migratoria podría eliminar algunos de los problemas sociales que inmigrantes, como Carlos Castro, enfrentan todos los días. A medida que la discusión sobre la inmigración progresa en el Senado norteamericano, las implicaciones del terrorismo reciente en Boston se harán visibles igual que la trayectoria futura de la política migratoria estadounidense, la cual tendrá consecuencias para millones.
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