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domingo, 7 de mayo de 2017

La única, Luisa Futoransky


Fuente: Revue Secousse, France 
El periodista parece ser alguien con ciertas responsabilidades.  Sin embargo, a veces estas responsabilidades no son tomadas en serio y son abandonadas.  Entonces, hoy en día puede ser difícil encontrar periodistas sin prioridades egoístas. Un ejemplo singular es Luisa Futoransky, la escritora, ensayista y poeta argentina, quien, además de tener una extensa experiencia en el periodismo, ha vivido y trabajado en muchas partes del mundo.  Los hechos que marcan su vida más su consciencia global son testimonios fuertes de estas experiencias únicas, como también de sus propias creencias y de su manera de pensar.

Un rasgo particularmente memorable de Luisa Futoransky es su pasión por analizar la cultura popular, el mundo y las noticias para descifrar los significados abstractos (y a veces, problemáticos.)  Para Futoransky, las cuestiones grandes del mundo sobre temas como el sufrimiento, el maltrato de los niños, la guerra, la religión y el terrorismo son fuertes y es muy importante destacarlas.  En muchas de sus obras se puede ver su manera de tratar estos temas y su crítica sobre ellos.  Esta preocupación con lo ético y con los grandes problemas de la sociedad colman la obra de Futoransky y tienen un efecto fuerte en su literatura y escritura en maneras inmensas. 

Al describir una de sus obras en su reciente visita a Madison, Luisa habló del hecho de que todavía podía sentir lo que vivió cuando originalmente lo estaba escribiendo.  Este tipo de pasión e inclinación de ser afectada por factores y eventos externos es característico de ella.  Lo preocupante podría ser cómo puede protegerse Luisa Futoransky de lo externo con su necesidad constante de internalizarlo y de expresarlo en su escritura.  ¿Cómo se puede cuidar? Creo que Luisa suele sentir todo lo que se pueda sentir en la vida—el amor incluso el dolor y lo horrible.  Este acercamiento a la vida y sus palabras demuestran que para ella, vale la pena sentirlo todo para compartirlo con todos.  Esto, tal vez sea la razón para vivir y para perdurar.  Esto puede ser resumido en las palabras que compartió al final de una de sus presentaciones definiendo el amor como "una gran odisea personal y también una odisea colectiva" y así también la vida.

Este es el último poema que nos leyó Futoransky en su visita a Madison: 

"Ella, la pescadora" 

Hay tardes en que quisiera ser una mujer portuguesa
de un negro redomado de pelo a uña de los pies
con la sola ocupación de esperar las mareas que traen
y llevan a mi hombre, las algas y los peces.
En cambio, en el reparto de afantes
me tocó creer que descifro las oscilaciones pendulares
de mi alma, de la tuya y las de nuestra parentela de fantasmas
oh! las lentejuelas agónicas de los peces en las redes
y yo, silabeando tu rostro con mi desbrujulada roseta de Champollion
palmo a palmo, vicisitudes de días, noches y vigilias
pieles y sudores de los que soy extranjera sin remedio
(no estuve tanto tiempo en ninguno de tus sueños!)
y ahora te trae la marea a mi corriente, mi delta
vos, amanecido de troncos, espuma, pez araña
serpientes, monstruos marinos, redes, astrolabios
aparecidos -que los del mar son los verdaderosvocales
dolorosas, tarantulados
tradúceme, tradúceme
que remo contracorriente y me fatigo
mi sombra se fatiga, pide tregua, levanta jalón blanco
porque aunque se pegue a tu sombra son dos sombras
entonces; contame un cuento:
las viñas suelen plantarse entre las piedras
porque recogen el calor del día
y a la noche se lo devuelven a las viñas
y tomaste mi mano para detenerla sobre un muro tibio de Lisboa.
A lo mejor habías comprendido que era mi tarde
de ser pescadora portuguesa y no querer tener otra idea en la cabeza
que el latido de la línea del horizonte, la arena entre los pies

y basta.






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